miércoles, 4 de enero de 2017

El saco del carbón


Ahora que son fiestas y temporadas de regalos, de pequeños me acuerdo que me decían "si no te portas bien en vez de regalos te van a traer carbón", seguro que es una tradición que se pasa de generación en generación para portase como niños buenos, y que aun hoy en día se sigue haciendo, sigo viendo que en las tiendas de dulces se vende carbón dulce.

De pequeña me regalaron trozos de carbón dulce, y mi impresión fue, ¿he sido tan mala?, y al ver eso me hacía más rebelde todavía, son tradiciones que hay que erradicar, ya que no enseñan nada, hacen a los niños con más dudas del bien y el mal.

El otro día encontré una fábula llamada "el saco del carbón" y que se puede aplicar en la vida real, que si se puede contar a los niños para que aprendan, incluso nos la podemos aplicar a nosotros mismos. A continuación os la escribo.

Un día, entre en casa dando patadas en el suelo y gritando muy enfadada. Mi madre, me llamó. Y yo, la seguí, diciendo en forma irritada:

–Mama, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Marta no debió hacer lo que hizo conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarla!

Mi madre, una mujer normal, pero llena de sabiduría, me escuchaba con calma y yo continuaba diciendo:

– Imagínate que la muy estúpida me humilló frente a mis amigas. ¡No acepto eso! Me gustaría que se pusiera enferma para que no pudiera ir más a la escuela.

Mi madre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de donde tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y me propuso:

– ¿Ves aquella sabana blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Marta y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a ella. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después yo regresare para ver como quedó.

Yo lo tome como un juego y comencé a lanzar los carbones pero como el tendedero estaba un algo lejos, pocos de ellos acertaron la sabana. Cuando, mi madre regresó y me preguntó:

– Hija ¿Qué tal te sientes?

Yo le respondí – Cansada pero alegre. He acertado algunos pedazos de carbón a la sabana.

Mi madre me tomo de la mano y le dijo:

- Ven conmigo quiero mostrarte algo.

Me colocó frente a un espejo que me permitía ver todo mi cuerpo. ¡Qué susto! Estaba casi todo negro y sólo se le veían los la boca y los ojos. En ese momento mi madre me dijo:

– Lu, cómo has podido observar la sabana ha quedado un poco sucia pero no es comparable a lo sucia que estas tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que queramos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, o acciones los residuos y la suciedad siempre quedan en nosotros mismos.

El rencor y el resentimiento son sentimientos que nos hacen mucho daño, perdona y deja marchar ese sentimiento que tanto te duele, el perdón es para ti no para la persona que te ha herido.